Desde sus inicios en 1961, la base sismológica de Sonseca fue establecida con un propósito militar. Inicialmente, los operadores eran militares estadounidenses encargados de la vigilancia de explosiones nucleares. Su función principal consistía en registrar las ondas sísmicas en cintas y analizarlas en el sitio para determinar si se trataba de un terremoto o de una prueba nuclear. Durante los primeros, la base albergaba aproximadamente entre 15 y 20 militares.

Los puestos en la base se dividían en dos categorías: por un lado, el análisis de datos, y por otro, la mecánica, que se encargaba de mantener los sistemas operativos. Los militares trabajaban las 24 horas del día, los 365 días del año, organizados en turnos de mañana, tarde y noche. Esta estructura garantizaba que siempre hubiera personal activo, incluso en días festivos, debido a la crucial misión de la base: vigilar y controlar los ensayos nucleares de la Unión Soviética.

Además, los militares que no estaban físicamente en la base pero tenían guardias asignadas debían llevar consigo un walkie-talkie. Esto les permitía mantenerse comunicados y responder rápidamente en caso de ser necesario intervenir.